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La densidad de las palabras: las conversaciones literarias como herramienta de mediación de la lectura

 

Para no ser mudos hay que empezar por no ser sordos.

Eduardo Galeano

 

 

El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, a través de la Subsecretaría de Planeamiento Educativo y del Plan Provincial de Lectura de Salta, dio inicio al trayecto de formación: “La densidad de las palabras: las conversaciones literarias como herramienta de mediación de la lectura”, declarado de interés educativo bajo resolución N° 247/19, con una carga horaria de 75 horas reloj, equivalentes a 100 horas cátedra, bajo la modalidad semipresencial.

Cerca de 200 docentes de sala de 5 de nivel inicial, primer y segundo grado de nivel primario asistieron al primer encuentro de este dispositivo de capacitación, que apuesta a la articulación entre niveles e instalar una política pública de lectura más en torno a la democratización de la palabra en nuestras instituciones educativas. Se trabajó en el módulo 1 sobre “La literatura en el aula”: ¿Qué es enseñar literatura?; ¿por qué y para qué enseñar literatura? La lectura de literatura como ampliación del universo cultural y un recorrido histórico por la enseñanza de la literatura en Argentina.

Consideremos que repensar los procesos alfabetizadores en la escuela exige crear “ocasiones”, en palabras de Graciela Montes, para que cada estudiante pueda apropiarse del objeto textual, compartir los diferentes “usos” del texto literario y vivir nuevas experiencias de lectura. En este marco, las conversaciones literarias son una herramienta fundamental para la mediación y la promoción de la lectura pues son los mismos lectores los que a través de la oralidad dan cuenta de sus propias interpretaciones, interviene sobre las de los demás y transforman sus construcciones a partir del diálogo y la escucha.

Se trata de habilitar espacios para “decir”, construir comunidades de lectores, transformar a los estudiantes en escuchas cooperativos y poner en diálogo las diferentes miradas sobre el mundo que ofrecen tanto el texto literario como los lectores. Se busca a través de la conversación devolverle a la oralidad su valor como fundador de las relaciones entre el hombre y el mundo, entendiendo que el lenguaje siempre se sustenta en la interacción con otros, en el marco de una cultura y de sus convenciones sociales que regulan dichas interacciones.

Dar y escuchar la palabra sobre lo leído significa objetivar, volver visible el pensamiento para uno y para los demás. En este ejercicio, se amplían las habilidades para pensar: la “lectura” cooperativa de un libro excede lo que cada uno de los lectores del grupo podría haber logrado solo. En el diálogo sobre el texto, los lectores transitan caminos insospechados, totalmente desconocidos y al mismo tiempo cercanos. Ocurre lo que Cecilia Bajour (2009) describe a través de la siguiente metáfora: “(los) sonidos salen y se encuentran con los otros: los de las partituras de los otros lectores. Como en un ensayo de orquesta, el texto crece en acordes sonantes y disonantes con ecos a veces insospechados para los interpretes”.

 

 

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